lunes, 6 de noviembre de 2017

Un sueño, sí.

Tu cabello cae en flecos de caos aparente y orden intrínseco. El dorado y el negro enmarcan tu rostro bronceado y tus ojos oscuros.

Tu camisa blanca, la mía, perdida.

La ambrosía en las venas, Morfeo jugando. Tú preguntas, yo respondo. Y entre preguntas, nos envalentonamos. Con el coraje del deseo, nos miramos. Somos conscientes de qué va a pasar, y no queremos evitarlo. ¿Está mal? Sin dudarlo. Pero por la promesa del placer, nos perdemos en el momento.

Ignoramos la mirada curiosa que se torna aterrada. Por ella estamos aquí. Habíamos olvidado que estaba.

Te sientas a mi lado, casi pidiendo permiso. Te levanto y lo concedo. Ahora pregunto yo, y mi respuesta es un beso.

Tu boca pronto se abre en sorpresa, y tu voz pasa a ser un tono más agudo. El sudor de los cuerpos se mezcla, y nuestra respiración se agita. Beso tus labios, tu cuello, y me pierdo en el olor de tu cabello.

Eres tú, y soy yo. Momento único, irrepetible. Seres dispares moviéndose al son del deseo, del corazón.

Unidos, hasta que no podemos más. Unidos, hasta sentirnos estallar.

Un sueño, sí. Pero era tan real...

Un sueño, sí. Un sueño, nada más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario