Eso eres.
Incertidumbre.
El no conocer, el no saber. El miedo propio de aquello que nos es ajeno. Eso eres, y eso serás. Eres incertidumbre porque nunca sé qué hacer contigo. Nunca sé qué decirte, ni qué quieres oír. Tampoco sé cómo debo actuar, ni cómo pretendes que lo haga.
Pero eso es,
la verdad,
una nimiedad.
Eres incertidumbre. No, no. No eres incertidumbre. Eres Incertidumbre. Así, con mayúsculas. Así te bautizo, pues eso eres. Dudas constantes e hirientes, corrientes o no, permanentes.
Incertidumbre.
Que palabra tan linda, ¿no?
Desconocimiento no es. Pero tampoco es, necesariamente, duda. Porque la duda genera hipótesis. Y, de alguna manera, las hipótesis, generan esperanza.
Pero tú eres incertidumbre.
Incertidumbre.
Vacío.
Temor.
Eres el temor que tengo al futuro, el vacío que siento cuando no estás, eres la incertidumbre de un futuro y eres lo que sea que me haga moverme en ésa dirección.
Eres la incertidumbre de saber si leerás esto o no.
Eres incertidumbre y dolor, pero eres también esperanza y amor. Y esa, ésa específicamente, es una combinación explosiva.
En
Átomos
Dispersos
Espero
tu
spuesta,
Re
greso,
mi amada Incertidumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario