La noche estaba siendo acentuada por las gotas de lluvia que caían impasibles una tras otra; creando una sinfonía que suavizaba los ruidos de la ciudad. Las luces de las casas en la montaña eran, en lontananza como luciérnagas en un bosque. El rumor de los motores, los chirridos de las bocinas, el salpicar del agua en algún infortunado peatón, la ocasional irrupción de una alarmante -o quizás alarmada- sirena...
La ciudad y su ruido eran ahogados por la lluvia y mis pensamientos.
Un olor a cigarro se eleva desde alguna casa vecina. Qué vecinos tan poco considerados.
Hay un par de transeúntes discutiendo. Un hombre, sentado en la acera, escucha cómo le grita una mujer mientras dejan que la lluvia, atrevida, recorra su piel. Puedo imaginar los motivos de esta discusión: él no le ha hecho sentir como antes, o quizás olvidó alguna fecha especial-un aniversario, un cumpleaños, quién sabe-. Los brazos de la mujer se mueven frenéticamente. Él se levanta, ella se aleja. Él no sabe si perseguirla y cumplir con un estereotipo; o quedarse y perderla. ¿Qué escogerás? ¿Tu orgullo, o tu relación? No puedo evitar sonreír al ver cómo la persigue con grandes zancadas bajo la lluvia, mientras yo tomo un sorbo de té...
Evoco tu cabello oscuro y tus ojos claros con cada segundo que saboreo la amarga bebida que tanto disfrutabas.
La lluvia está amainando, y con ella mi tranquilidad. Mi única compañía esta noche será, al parecer, tu recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario