lunes, 5 de noviembre de 2012

Silencio


Oscuro como la noche es su cabello. Una sonrisa rota, una mirada ansiosa, desfila con gráciles movimientos. Busca una presa, pero no sabe que está siendo cazada. El cazador, la presa, ahora no hay diferencia. Él se abalanza sobre ella, quien hermosa, se halla a si misma sobresaltada. Una risa ahogada, se gira y lo abraza.

Él la contempla. Sus facciones hermosas lo llaman. Respira su aroma, y se acerca aún más a ella. Una pequeña caminata bajo las estrellas, la luna llena ilumina su camino. No existe nada más a su alrededor. Sólo ellos dos. Tras un rato caminando, se sientan en un claro. Él acaricia su cabello, ella se pierde en su mirar. Un poco nerviosos comienzan a charlar. Pero las palabras se desvanecen en el aire, y se reduce cada segundo el espacio entre ellos. Finalmente, ambos son uno. El universo entero ha dejado de existir, y sólo lo hacen ellos. Por unos segundos, no hay humanos cerca. No hay ningún tipo de problemas. Adiós al pasado y al futuro. Sólo ellos quedan. Sólo sus labios.

Él aferraba su cuerpo, como si en cualquier segundo ella fuera a desaparecer. Ella lo miraba, viéndolo inquieto disfrutaba. Tenía control sobre él. Era un juguete, si así lo deseaba. Pero no quería eso. Y el juguete era ahora su compañero. Su amigo. Su diario. Ambos miraron en los ojos ajenos, cuáles más inmersos. Los de ella, claros como el hielo. Los de él, negros como el cielo.

No había duda alguna, no quedarían más que preguntas en la noche oscura, y sentimientos en dos jóvenes corazones. Y entonces, se unieron de nuevo. Y se hizo el silencio.

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