sábado, 29 de septiembre de 2012

Demonios

¿Sabes? Todos tenemos demonios. Unos muchos, otros pocos. Quería hoy hablarte del mío. No sé cómo se llama, ni de dónde viene. No sé cómo se llama, ni sé de dónde viene. No sé hace cuánto se queda en casa. A veces ni entiendo cuando me susurra al oído. Pero le temo. El miedo se apodera de mi cuando le siento cerca. Mi sonrisa desaparece, y en su lugar se implemnta una mueca de pavor. Sé muy bien que el problema no es sólo mío, que es característico de la raza humana. Algunos le llaman soledad, otros olvido.  Temo que en sus garras lleve a alguno de mis amigos. Aunque con éstas y otras líneas me encargaré -espero- de evitar eso. Pero, ¿Qué será de mi, que no plasmo mis alrededores? ¿Recordará alguien, acaso, al joven -o quizás anciano- que se esconde detrás de ésta pluma? Pena, dolor, miedo. Pero cada letra plasmada, cada mirada anhelada; cada simple mañana... me traen esperanza. Y la esperanza es, sin duda, la armadura del soñador

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