Aún cuando yo arda
Entre fuegos sempiternos
No caiga lágrima en mi lápida
De tus ojos, que son el cielo
Que mi alma en pena
Cumpla con su condena
Por mantener en la tierra
A una celestial princesa
Y queda en duda
La inocencia del espíritu
Besado por la pluma
Del destino y el infinito
En una danza eterna
-Persistente, macabra-
Bailan nuestras almas
A nuestras sombras encadenadas
Y el destierro del paraíso
Que entre estrellas aguarda
De hierro revestido
Es de un bardo destino
Destino esquivo,
Que no siento conmigo...
Porque tú eres mi paraíso.
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