Una infiltrada en mis sueños había
De vestido negro y sonrisa alegre
Con alas blancas como la nieve
Yo la veía mientras resplandecía
Tendió su mmano y habló conmigo
Un saludo cordial, una sonrisa formal
Buscó entonces una copa de vino
Y dedicó entonces una sonrisa angelical
Y el vestido azabache se tornó en zafiro
Y sus alas blancas
Relucían como diamantes
Y en sus ojos había un brillo infinito
Y el zafiro se tornó diamate
Y la sonrisa se mostró radiante
Y el universo entero
Se detuvo en ése momento
En el mismo momento
Que entendí que aquello
-Que entendí que lo nuestro-
No era más que un sueño...
Pero, cuando se lucha por ellos
Los sueños se complen, no es cierto?
Y haré lo imposible por cumplir éste sueño
Y lo haré porque te quiero.
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